BERTRAND RUSSELL: «La facultad de moldear los cerebros infantiles que la ciencia pone en nuestras manos, es un poder terrible susceptible de un fatal empleo; si cae en personas inhábiles, puede producir un mundo todavía más cruel y despiadado que el mundo casual de la naturaleza. Con el pretexto de que se les enseña religión, patriotismo, valor, comunismo, amor al pueblo o ardor revolucionario, los niños pueden llegar a ser fanáticos, belicosos y brutales. La enseñanza debe estar inspirada por el amor y debe aspirar a infundir amor en los niños. De lo contrario, será cada vez más dañina al mejorar la técnica científica»