EMMA GOLDMAN: "Tomemos como ejemplo nuestra propia guerra hispano-norteamericana, supuestamente un gran y patriótico evento en la historia de los Estados Unidos. ¡Cómo nuestros corazones ardían de indignación contra los atroces españoles! En verdad, nuestra indignación no estalló espontáneamente. Fue nutrida por meses de agitación periodística, y mucho después de que el Carnicero Weyler hubiera asesinado a muchos nobles cubanos y ultrajado a muchas mujeres cubanas. Así, y hay que decirlo en justicia para la nación norteamericana, aumentó la indignación y el deseo de luchar, y se luchó valientemente. Pero cuando el humo se disipó, y los muertos fueron enterrados, y el coste de la guerra supuso para las personas un incremento del precio de los bienes y las rentas, es decir, cuando se pasó la borrachera de nuestra juerga patriótica, de pronto nos percatamos que la causa de la guerra hispano-norteamericana fue la cuestión del precio del azúcar; o, para ser más explícitos, que las vidas, sangre y dinero de los norteamericanos se habían empleado para proteger los intereses de los capitalistas norteamericanos, quienes se veían amenazados por el gobierno español. Que esto no es una exageración, sino que está basado absolutamente en hechos y estadísticas, está perfectamente probado en la actitud del gobierno norteamericano con los trabajadores cubanos. Cuando Cuba fue firmemente aferrada por los Estados Unidos, se exigió a los mismos soldados enviados a liberar Cuba que dispararan contra los obreros cubanos durante las grandes huelgas de los cigarreros, las cuales tuvieron lugar poco después de la guerra".