GEORGE STEINER: "Hay quien dice que no tener raíces equivale a carecer de un centro de gravedad en uno mismo, a no tener realmente acceso a la tierra ni a los muertos —¡nuestro querido Barrès!—, a no conocer la familia de sus ancestros. Equivale a ser lo que Hitler llamó, de forma insultante y sarcástica, «alguien que flota en el aire» (un Luftmensch, en alemán). A mí me encanta el viento, muchísimo. Ser un Luftmensch no me importa en absoluto. Por el contrario, me permite cruzar océanos, continentes, y descubrir una parte de este mundo fascinante en el que nuestra vida es tan breve. Dicho eso, no ignoro que para la mayoría de los seres humanos (y están en su derecho), la búsqueda de un terruño, de un hogar, es una pasión muy profunda. Eso me merece respeto, no soy estúpido. Pero a menudo la medalla tiene otra cara: el chauvinismo, el odio racial, el miedo del otro. Que cincuenta años o más después de Auschwitz haya luchas raciales en los Balcanes, en África, y que por todas partes reine un miedo absurdo del vecino que es de otra raza (palabra que, por lo demás, no quiere decir nada), o de otra etnia, porque eso puede depreciar el valor de la vivienda… es de una obscenidad… ¿no le parece? Comprensible, pero obsceno al mismo tiempo. El hombre es un animal territorial. Cruel, miedoso. Pero por Dios, al menos hay que intentar liberarse de eso".